Desinformación y salud pública

Por Francisco Stefano - Director

Los avances científicos y tecnológicos han provocado un incremento global en la calidad de vida y salud de la población, y el público integra la información de la ciencia y la tecnología en sus creencias y valores personales para tomar decisiones importantes tanto en su salud como en otros aspectos de la vida diaria como el comportamiento social, empresarial o laboral.

Cómo se adquiere la información y cómo la incorpora el público, es un terreno de alta tensión. La información sobre el progreso científico o tecnológico se emite con una jerga particular desde un entorno altamente especializado y se transmite por un intermediario (generalmente un periodista) con conocimientos limitados sobre el tema. El intermediario reformula el mensaje recibido de acuerdo con sus propias reglas editoriales y se esfuerza por transformar la información en "noticias" atractivas. Esta tensión alcanza altos límites en aquellas circunstancias en las que las personas enfrentan eventos o circunstancias extraordinarias como la pandemia actual. La comunicación de los hechos científicos o tecnológicos alcanza entonces un valor peculiar, que requiere veracidad y claridad. 

A principios de este siglo, las redes sociales en Internet han introducido nuevas formas de emisión y recepción de noticias, aumentando considerablemente la cantidad de información en circulación y la velocidad con la que llegan a nuevos receptores que, simultáneamente se convierten en emisores de lo recibido. Este aumento en el tráfico de noticias ha ido acompañado por un incremento en los contenidos que contienen información errónea o maliciosa.

Un estudio realizado por el científico alemán Joachim Allgaier1 que realizó una muestra aleatoria de videos publicados en YouTube con el tema del cambio climático, encontró que en el 50% de la muestra se informó que las causas del cambio climático no están relacionadas con la actividad humana y en cambio eran atribuidas a fábulas conspirativa que intentan detener el progreso o bien a fenómenos natural independientes de la actividad humana.

Ejemplos similares que muestran la facilidad de distribuir información errónea o falsa y el daño que esto causa se pueden encontrar en el trabajo de Andrew Wakefield y colaboradores2. En 1998 publicaron en una de las revistas médicas más importantes (The Lancet) un estudio que intentaba demostrar a la vacuna contra el sarampión como responsable de autismo en los niños que la recibían. Trabajos posteriores demostraron que en este estudio los datos habían sido manipulados con posible interés económico, ya que el autor principal era asesor de los abogados que patrocinaban una demanda contra la empresa farmacéutica productora de la vacuna.

Ejemplos como estos ilustran las dificultades que tienen las personas o los grupos sociales para diferenciar lo que se basa en hechos reales de las "noticias" ficticias.

Es una opinión generalizada que la comunicación del hecho científico se puede realizar de manera sencilla, asumiendo que la "verdad" científica es inmutable y por tanto la simple exposición de los hechos es suficiente para que el profano pueda incorporarla en su bagaje de conocimientos y utilizarlo para adoptar una conducta razonable en el ámbito de las noticias recibidas. Sin embargo, no siempre es así. Por su propia naturaleza, la ciencia produce hechos complejos, sujetos a escrutinio y cuestionados por explicaciones alternativas.

Por lo tanto, la información debe ser simple en su complejidad y contener los matices necesarios para mostrar claramente sus fortalezas y debilidades. A estos contenidos intrínsecos hay que sumar la confianza en la fuente de transmisión.

Entre las lecciones que nos está dejando la pandemia del COVID-19, está el daño causado tanto por el exceso como por la falsificación de información técnica o científica. Las teorías conspirativas sobre el origen o la eficacia de la prevención (máscaras, distanciamiento social, vacunas) han circulado profusamente y han perjudicado los esfuerzos de salud para detener la propagación global del virus. Esta experiencia reevalúa la necesidad de enfrentar el tema de los vacíos de información en nuestra vida diaria.

De acuerdo a las declaraciones de la National Academy of Sciences3, EE. UU., el marcado aumento de las noticias falsas, ha provocado una crisis de desinformación planteando riesgos para la paz social y política, y amenazando la salud pública. 

(ALLEA,4, All European Academies) ha pedido una actividad coordinada para reducir la difusión de noticias falsas.  

Tanto los editores de revistas científicas como las plataformas sociales están desarrollando políticas que buscan reducir la presencia de información falsa en sus publicaciones.

Facebook, Twitter y otras redes sociales han implementado reglas para prevenir y perseguir estas actividades.

Google Chrome tiene una herramienta de verificación de hechos que comprende un explorador y una herramienta de marcado. Estos mecanismos facilitan la búsqueda de posibles sitios o entradas conteniendo desinformación. (https://toolbox.google.com/factcheck/explorer)

  • Los siguientes consejos publicados en la revista Nature5 pueden ayudar a identificar información probablemente errónea:  

Sospecha de origen. Las fuentes vagas e imposibles de rastrear, como "un médico amigo de un amigo" o "dicen los científicos" sin más detalles, deberían hacer sonar las alarmas.

Lenguaje inapropiado. La mayoría de las fuentes confiables son comunicadores habituales, por lo que la mala ortografía, gramática o puntuación son motivo de sospecha.

Contagio emocional. Si algo lo enoja o lo llena de alegría, esté en guardia. Los malhechores saben que los mensajes que desencadenan emociones fuertes son los que más se comparten.

¿Primicia o falsedad? Las primicias genuinas son raras. Si la información es publicada por una sola fuente, tenga cuidado.

Nombre o dirección falsa. El uso de cuentas de redes sociales falsas, como @BBCNewsTonight, es un truco clásico. También busque imágenes engañosas y direcciones web falsas.

Compartir demasiado. Si alguien le insta a que comparta sus sensacionales noticias, es posible que solo quiera una parte de los ingresos publicitarios resultantes.

Sigue el dinero. Piense en quién se beneficiará si usted cree estas afirmaciones extraordinarias.

Verificación los hechos. Vaya más allá de los titulares y lea una historia hasta el final. Si suena dudoso, busque sitios web de verificación de hechos para ver si ya ha sido desacreditado.

Bibliografia

1.- Allgaier Joachim, Science and Environmental Communication on YouTube: Strategically Distorted Communications in Online Videos on Climate Change and Climate Engineering, Frontiers in Communication, 4, 36 (2019), https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fcomm.2019.00036/full 

    

2.- Wakefield AJ, Murch SH, Anthony A, Linnell J, Casson DM, Malik M, et al. Ileal-lymphoid- nodular hyperplasia, non-specific colitis, and pervasive developmental disorder in children. Lancet. 1998; 351: 637–41.

3.- Jevin D. West and Carl T. Bergstrom Misinformation in and about science  PNAS April 13, 2021 118 (15) e1912444117

 

4.- ALLEA (2021). Fact or Fake? Tackling Science Disinformation. ALLEA Discussion Paper, 5. Berlin. DOI: 10.26356/fact-or-fake

https://allea.org/wp-content/uploads/2021/04/Fact-or-Fake-Discussion-Paper.pdf

5.- Fleming Nic, EIGHT WAYS TO SPOT MISINFORMATION

 Nature Nature 583, 155-156 (2020)

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