Mitos y verdades sobre los parches transdérmicos

Mailen Agüero – Analista de Desarrollo de Negocios

 

Con la gran cantidad de información que se encuentra en el internet, muchas veces, se nos hace difícil diferenciar verdad del mito o la mentira. Es por eso que en este artículo recopilamos algunas afirmaciones de los parches transdermales y si estas son verdad o mitos.

MITO: Con la correcta inversión, cualquiera puede desarrollar parches. 

El proceso productivo de un parche transdérmico requiere de ajustes y calibraciones muy precisas (tensión de rollos, velocidad, temperaturas, etc) sobre las cuales la experiencia juega un rol fundamental. Por lo tanto, al encarar este tipo de proyectos, es clave contar con el respaldo de expertos del nicho como Amarin.

VERDAD: Los parches tienen una mayor población objetivo que otras formas farmacéuticas. 

A misma droga y misma acción terapéutica, el parche amplía la población objetiva, ya que se puede administrar, por ejemplo, a un paciente en estado de sedación o imposibilitado de recibir medicación por vía oral.

MITO: Es menos rentable desarrollar un parche transdérmico que un comprimido.

El costo de desarrollar un parche es más elevado, pero hay menos competencia y es un producto que generalmente se vende a mayor precio que un sustituto en una presentación alternativa, por lo que el ROI puede ser superior a otras formas farmacéuticas e incluso recuperar la inversión en un menor período de tiempo.

VERDAD: Los parches mejoran el cumplimiento de un tratamiento.

Aseguran una mejor administración de drogas al paciente, ya que liberan el fármaco de manera uniforme y durante un tiempo prolongado (de 1 a 7 días) proporcionando niveles plasmáticos estables. Así, se mejora el cumplimiento terapéutico y no se depende de que el paciente recuerde múltiples administraciones como sucede con otras formas farmacéuticas (comprimidos, suspensiones orales, gotas etc).

MITO: Los parches transdérmicos son difíciles de colocar o se despegan fácilmente.

Es sencillo colocarse un parche, ya que el proceso consta de dos simples pasos 

  1. Quitar el release liner (film sobre el adhesivo)
  2. Aplicar el parche sobre la piel manteniendo la presión por unos segundos.

Los parches constan de adhesivos sensibles a la presión específicamente desarrollados para la industria que aseguran la correcta adhesión durante el período de tratamiento.

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